La lonja de la Seda o de los mercaderes:
Fue construida, en su mayor parte, entre 1482 y 1492. La culminación de la obra presenta rasgos, ya, renacentistas. Su similitud con los antiguos castillos medievales se basa en el aspecto de fortaleza que le dan sus muros. Consta de cuatro partes: la Torre, la Sala del Consulado del Mar, el Patio de los Naranjos y el Salón de las Columnas. Consta de un impresionante espacio cubierto por bóvedas de crucería que se elevan sobre esbeltas columnas helicoidales. La superficie del monumento supera los 2.000 metros cuadrados entre zonas edificadas y no edificadas. La Lonja de Valencia representa el poder económico de la sociedad burguesa de la ciudad a finales del siglo XV. Fue diseñada como un templo al comercio y presenta un carácter simbólico, en el que se ha querido ver la representación del paraíso en el que las columnas sería los troncos de las palmeras y las cúpulas representarían la cúpula celeste o bien las propias hojas de las palmeras abriéndose en lo alto. El municipio instaló aquí la "taula de canvis" para realizar las operaciones bancarias del momento del siglo XV, donde se realizó la primera letra de cambio del mundo.
El Palacio del Marqués de Dos Aguas en Valencia:
A finales del siglo XVIII, las tres cuartas partes del territorio valenciano eran de señorío, y más de su mitad correspondían a la nobleza. Esta situación originó la existencia de numerosos y espléndidos palacios en la ciudad de Valencia, construidos, principalmente, entre los siglos XV a XVIII. Uno de los más famosos y grandiosos es la antigua mansión de los marqueses de Dos Aguas. Este linaje tuvo origen en unos generosos que, enriquecidos extraordinariamente en el comercio y con el arrendamiento de los tributos de la Generalidad Valenciana, adquirieron la Baronía de Dos Aguas y recibieron, en 1699, el título de marqueses de igual denominación; después, una afortunada política de enlaces matrimoniales y la hábil gestión de su patrimonio, les convirtió en una de las primeras casas de la nobleza valenciana. Antes que mediase el siglo XVIII, en 1740, el marqués decidió rehacer su palacio, para que reflejase adecuadamente la riqueza y fasto de su Casa. Para ello, sin escatimar gasto, edificó un suntuoso edificio, auténtico prototipo del palacio barroco valenciano y español. La prestancia de sus grandes fachadas, su bellísima portada alabrastina, centrada por la hornacina de la Virgen del Rosario, patrona del marquesado, y con la alegoría de dos gigantes que representan las dos corrientes de agua o ríos que dan nombre a aquél; así como la grandeza de sus salones y estancias, hacen de la vasta construcción un conjunto de singular belleza y elegancia. Actualmente es el Museo de Cerámica.
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